- ¿Por qué lloras?
- Te extrañé mucho...
- Pero ya estoy aquí... no me voy a ir.
- Lo sé, pero...
- Pero nada, no me voy a ir, no llores más.
Mis lágrimas se detuvieron al oír eso, y aún cuando solo te pude escuchar, quise imaginar que me abrazabas también; me haces falta.
Te dije que no iba a llorar más, y lo intenté, te juro que lo intenté, cerré mis ojos con fuerza, y haciendo un esfuerzo mental dejé de llorar; me concentré en oírte, y tu voz me ayudó a calmarme.
Tu voz... no me importa lo que digas, me encanta, me fascina, y me pierdo en ella, no hay mejor droga, ni mejor calmante que tu voz susurrándome.
Mi nombre nunca me gustó, y a decir verdad, lo odio; pero cuando tu lo dices, cambia, su naturaleza ya no me eriza la piel, me gusta. Pero solo cuando lo dices tu.
Tu nombre, también me gusta, no importa si lo odias... me gusta porque es tuyo, porque es el nombre de la persona que amo, es el nombre de la persona a la que le estoy regalando mi vida.
Todo para mi lo haces perfecto, todo lo que tiene que ver contigo es perfecto para mi.
Me abrazo a ti, me aferro a ti, porque sin tí lo demás no existe, o quizás si, pero no me importa.
No me concentro, mi mundo eres tu, si mi mundo no está, ¿Dónde quedo yo?; en la nada.
Me dijiste que no llorara, y me detuve. Sabía que no debía llorar, y me contuve, pero un día más, sin ti no puedo.
No luego de oírte como te oí, no luego de sentir lo que senti, no luego de que se acabara la noche, la última vez que hablamos... te necesito.
Si, quizás exagero, quizás decir 'quizás' está mal. SI, estoy exagerando. Pero todo es hipérbole en mi mente si se trata de ti, se produce un hiperbaton, mis pensamientos se enredan, los entiendo, y luego no, y se vuelven a exagerar...
Te vuelves todo y nada, principio y fin. Me haces amarte, y odiarte, me haces amarte más, y luego extrañarte; perdoname si cuando no estás no puedo dejar de llorar, pero es que mi corazón grita tu nombre, y te necesita, y tu ausencia le duele como miles de espinas. Las espinas sangran, mi alma llora, las lagrimas se rebosan, y escapan por mis ojos.
Perdoname sino dejo de llorar... pero, oye. Me calmaré al volverte a oir, y caer en tus brazos, ¿No es eso bueno?
No lloro por sufrir dolor, lloro por tu mínima ausencia, aún sabiendo que al volver estare bien nuevamente. ¿Será ya una costumbre?, ¿Será el capricho de querer que solo tu seques mis lágrimas? No lo sé, solo sé que quiero que vuelvas, para dejar de llorar, porque tu me lo pides, lo intentare cada vez, una vez más.
Abril, 18 del 2011
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