Ciclos, ciclos... se abren, se cierran, se repiten... en alguno volverás a estar y nos encontraremos.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Pensaste mal...

Todo el mundo estaba en los pasillos, en las salas, en cualquier lugar donde fuera había alguien "¡Invasión, maldita sea!". Si lograba encontrar un lugar solitario podría respirar, pues probablemente nadie se acercaría, hacía días llevaba cara de pocos amigos pues había tenido que lidiar con millones de trabajos, exámenes y por supuesto los constantes pensamientos sobre él girando en su cabeza... realmente era tedioso concentrarse teniendo en consideración aquel último factor, ¿Pero qué más podía hacer? No podía escapar un sólo día sin verle.

Y eso que se evitaban... o eso pensaba ella.

En efecto, desde aquel día ya no conversaban más que lo necesario, cosa que a ratos parecía una gran ayuda a su quiebre, pero cuando se veían y se ignoraban... por dios que se volvía un manojo de puñales en el pecho y luego los ojos clavando la mirada en la espalda del otro a tiempos diferentes... nunca se descubrieron mirándose, extrañándose con los ojos... ese susurro de brillo en el iris "¿Por qué no te has volteado también?, ¿Realmente no piensas hablarme?"

La cosa era que éste día finalmente había acabado con todos los deberes del año... no es que realmente estuviera molesta con la vida, pero estaba cansada y quería dejar de pensar un rato, aunque fuera horriblemente imposible... pero siquiera sacarle cinco minutos de la mente, ¡Sólo cinco minutos! Pero no... Era de esos días en que todo conspira. Miró el reloj dentro de su taquilla y suspiró, aún quedaba un receso y una clase para poder irse. "Bien. Excelente." Relojeó los ojos y dejó caer el rostro sobre un par de libros dentro de la taquilla.
- Muéranse todos... toditos... -Comenzó a balbucear sin moverse de la taquilla.- Necesito mi cama... maldita escuela... maldita gente... MÉNDIGO D..--
-  ¿Estás atravesando por alguna crisis o haces brujería? En cualquier caso puedo volver luego... -Murmuró a su lado.
- ¡DAMIÁN! -Gritó más que nada por el susto, y porque había estado apunto de maldecirle estando a su lado. Se incorporó de golpe y le miró con los ojos bien abiertos, antes de normalizar la respiración y entrecerrar la mirada.- Me asustaste... ¿Qué pasa?
- ¿Debe pasar algo?, ¿No puedo venir simplemente a ver a mi mejor amiga?
- ... -Alzó una ceja y le quedó mirando con los brazos entrecruzados.
- Vale, la maestra necesita que le ayudes con unos bocetos para la tarde y sólo estaba yo...
- Qué suerte la mía.
- ¿Estás molesta?
- No sé, dímelo tú... ¿Debería?
- Estás molesta.
- Eso es nuevo. -Murmuró, cerrando la taquilla y empezando a andar.
- ¿Por qué lo haces tan difícil? Es sólo una conversación.
- Una innecesaria. Creí que jugábamos a ver quien podía ignorar más al otro... tú lo empezaste cuando yo no quería, ahora te aguantas.
- ¡Antonella! -Apresuró el paso y la tomó por el brazo.- No pongas palabras en mi boca que no he dicho.
- No todas las palabras se hablan.
- Por eso estamos como estamos.
- ¿Estamos en algún lugar?, ¿Tú y yo?, ¿En serio?
- No lo sé...
- Cuando estés seguro háblame.

Le sostuvo la mirada apenas un par de segundos, el timbre recién había sonado y el chico simplemente la miraba, como realmente cuestionándose aquello... ¿Dónde estaban? Había quedado ausente. Ella se soltó con un movimiento brusco y siguió caminando. Él no se había dado cuenta, pero en realidad era la primera vez que la quedaba viendo irse... siempre se iba antes, nunca volteó, nunca supo lo que era esperar que ella lo hiciera por él, pues parecía que siempre estaría ahí, esperando a que se decidiera.
- No es como crees.
- ¿Perdón? -Ni siquiera se molestó, simplemente se detuvo en seco.
- ¿Podrías siquiera mirarme?
- ¿Por qué habría de hacerlo?
- Por favor.
- Bien. ¿Qué? -Se volteó a mirarle con los brazos cruzados.- Si no es como creo, cómo es entonces.
- Mira... -Suspiró, pasándose una mano por el cabello.- Yo no quería... no así... -Susurró, acercándose a paso lento.- Tuve miedo, ¿Sí? Los comentarios venían y yo no supe como manejarlo, me estaba distrayendo... pero no quería, y mucho menos lastimarte. -Depositó con suavidad las manos sobre los hombros de ella.
- Eso no es nuevo...
- Anto, yo te quiero... de verdad.
- Mira tú...
- ¡¿Por qué no me crees?! -Sus ojos le buscaron con desesperación, sólo para darse cuenta de que aquella mirada apagada estaba perdida observando sus labios, con una expresión triste en el trazo de sus labios.
- Porque no te quiero creer. -Sonrió con tristeza.- De cualquier manera decidiste que era mejor por ambos... y... -Suspiró y se encogió de hombros.- Simplemente te alejaste.
- Porque se suponía que ya no tendría más sentimientos por ti, que todo iba a volver a ser como era antes, pero si me mantenía en ese pensamiento contigo cerca y tus constantes suspiros de tristeza, tu mirada ida y toda esa aura que arrastras, ¿Cómo iba a estar en calma conmigo mismo?
- ¿Es mi culpa ahora?
- No... yo fui el malo que provocó eso... -Suspiró y dejó descansar la frente sobre la de ella.
- Damián, no te tortures. No te estoy pidiendo nada.
- Eso es lo que me tortura... se suponía que me darías un motivo para quedarme, pero simplemente lo aceptaste y te hundiste con la tristeza en eso.
- ¿Se suponía que te rogara? Te quiero mucho, eso es cierto, pero si te quedas es porque quieres... no eres un niño al que debo convencer. No seas tonto, hay límites.
- El problema es que sin hacerlo me das una razón... que realmente no quiero... yo me alejé, es tonto que sea yo mismo quien vuelva.
- Orgulloso.
- Quizás... pero que no me des razones me hace necesitar que al menos digas una, aunque sea un por favor.
- No lo vas a escuchar de mi.
- Anto, de ver--

La cercanía era tan cómoda, y a la vez incómoda... casi como aquél día en que habían terminado, negándose aquél último beso... sus labios delgados pronunciando cada palabra, apretándose, tiritando levemente de los nervios... no lo resistió, sintió que se lo debía, desde hacía mucho se lo debía... apenas hacía falta un suave movimiento pasando a rozar su nariz, alzar el mentón, y sus labios estaban unidos tan cómodamente como si realmente fueran echos los espacios entre ambos para el otro... ella calma, con suavidad, con ternura y apenas una leve presión motivada por la tristeza y algo de rabia que contenían los sentimientos que le provocaba... él apresurado, con necesidad, tembloroso, nervioso... sus labios se abrían y cerraban mientras los de ella le sostenían casi regañándole por sus prisas. Un corto suspiro, volvió a bajar el mentón y sus frentes acabaron apoyadas como antes nuevamente.
- Vuelve conmigo... -Susurró... queriendo pensar que aquello era la señal, la razón que esperaba. Cerró los ojos con fuerza, intentando disimular una sonrisa temblorosa, dudosa, que intentaba dominar su rostro pues la respuesta le parecía inevitable.
- Lo siento... necesito pensar. -Sus ojos esperaron atentos a que los otros se abrieran de golpe con la sorpresa derramándose por la pupila de aquellos ojos marrones.
- Pensé...
- Pensaste mal... -Susurró, cerrando los ojos con dolor en su expresión.- No pienses por mi cuando te falta tanto por conocerme. -Su mirada se concentró unos segundos en el suelo, antes de retroceder un par de pasos y finalmente voltearse e irse corriendo a clases. Ya iba demasiado tarde.

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