Ella estaba en un rincón de la biblioteca, rodeada de pequeños montoncitos de libros que anhelaba leer, aunque supiera que no alcanzaría con todos aquella sola tarde. Leía enrabiada, su mirada pasaba rápido por las hojas, pasando cada página casi con furía... Quien no pudiera ver el lomo del libro no habría podido creer que leía Romeo y Julieta con el ceño tan fruncido, tan molesta. Mordía su labio con fuerza que no tenía, amenazando con lastimarse ella misma, aguantándose el dolor. Aparentemente intentaba contener suspiros, maldiciones, bufidos y cualquier cosa que pudiera atentar con salir de sus labios. Simplemente no había permiso. ¿La razón? Él.
En efecto, todos aquellos libros que la rodeaban eran novelas de amor, todas trágicas. Buscaba en ellos alguna excusa para poder derramar una lágrima, una que no fuera por ella, que no fuera de autocompasión, que la motivaran esas líneas, sin embargo cada vez le resultaba más tedioso... por más tristes que fueran las palabras que admiraban sus ojos en tan bella prosa escrita simplemente no podían ganarle en fuerza a los pensamientos que rellenaban ahora cada espacio haciendo sinapsis en su cabeza.
- Es un idiota. -Soltó finalmente con rabia y en voz alta, recibiendo un par de miradas y uno que otro "Shh" de golpe.- ...Aunque me callen lo es. -Sentenció, volviendo a recibir las mismas miradas, pero ignorándolas, tal como había hecho con todas las personas que habían querido pasar por donde ella estaba. Era ese su rincón, ahí farfullaba, y de ahí no la moverían.
La molestia podía percibirse en su aura probablemente a unas cuantas cuadras incluso desde donde ella estaba, sin embargo, y apesar de que ésta iba en crescendo, ni siquiera estaba realmente molesta con él, era ella misma, pero se negaba a aceptarlo. Era su orgullo el que había empujado a ese chico a simplemente suspirar y desearle que hiciera lo que quisiera con su vida, que ya no era su problema. Seguramente lo correcto habría sido seguirle, gritar algo, mas esas palabras sólo habían logrado inmovilizarla... acostumbrada a su paciencia infinita ante su mal humor, que él se diera por vencido no estaba entre sus planes... ¡Era inaudito! - Tsk... - ¡ESO ERA! No era sólo la culpa de ella, es que él no había querido tenerle paciencia, si se había rendido era porque no la quería, por supuesto. La luminosidad en su rostro apenas duró un par de segundos, hasta que la idea de todos modos le nubló la sonrisa... ella sí le quería.
Recargó su cuerpo contra la estantería, mirando de reojo y con somnolencia las personas a su alrededor... ¿Alguno sabría dónde estaba él? Sintió un leve retorcijón de estómago. Eso era ceder ante su orgullo. Pero una semana era soportable, dos semanas casi... la tercera era realmente dolorosa, el humor ya no le daba, y variaba así, de la tristeza a la rabia, y de ésta a la rabia extrema, la cólera, y luego una melancolía que hacía verla indefensa ante cualquiera que jamás la hubiera conocido en sus peores momentos.
En un ligero movimiento pasó un mechón de cabello rojizo tras la oreja, para luego sacar el móvil que traía en el bolsillo del pantalón. Un par de toques y sólo tenía que presionar un botón para escucharle la voz... "Es sólo un perdón". El sueño con el que cargaba por las malas noches de no poder dormir le hicieron presionar aquél botón antes de poder meditarlo bien, y sin querer echarse hacia atrás contuvo el aliento unos segundos hasta oír su voz por el auricular.
- ¿Jamie?, ¿Sucede algo?
- Y-yo...
- ¿Aló?
- ...E-e... ¡Eres un imbécil, y sólo llamaba para decirte eso!
- ...
Tardó un par de segundos en darse cuenta de lo que había soltado y cortó, dándose de lleno con el móvil en la frente. - Soy tan estúpida.- Inevitablemente dejó caer un par de lagrimones que amenazaban desde hacían horas (O quizás días) con salir de sus ojos.
Un par de mesas más allá, Michael la observaba, negando con suavidad con la cabeza, con una leve sonrisa en el rostro. No es que no la quisiera y disfrutara de verla mal... le parecía tierno que al menos hiciera el intento. De todos modos la cuidaba desde lejos, pero realmente quería que ella se esforzara un poco más, aunque fuera un "Perdóname, idiota", cualquier cosa era válida... era su forma de intentar arreglar las cosas, aunque por supuesto, estaba preparado para correr a abrazarla si el tema se desbordaba, si lloraba a mares, si la rabia le ganaba... después de todo esa era su chispita, su dinamita, la única que de la misma manera que explotaba de rabia, sus ojos chispeaban de amor cuando le veía llegar por ella. Esos ojitos que no cambiaría por ningunos, esa sonrisa que aunque no fuera perfecta se alegraba solo por él... sólo debía aguantar un poco más, sería por el bien de los dos.
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