Se repitió todo el camino que intentaría llegar a la hora justa, sin embargo al llegar lo primero que hizo fue saludar, dejar sus cosas, ordenarse el cabello, repasar el delineador de ojos, tomar su instrumento y partir extremadamente temprano.
Mientras se veía saliendo de su casa pensó que al menos podría caminar lentamente, sin embargo incluso caminó más rápido de lo normal. "Joder, ¿Qué pasa conmigo hoy?"
Al llegar pudo notar que ni siquiera los que solían llegar más temprano estaban, y sólo podía escucharse el sonido de un violín y las tenues quejas de una chica frustrada aparentemente en una de las primeras salas. Estrechando la mirada se quedó observando la puerta de aquella sala un par de segundos para luego reafirmar la correa de su violín en la espalda y caminar en dirección de una de las salas exteriores.
Genial, ni siquiera el loco de siempre había llegado. Echó mano a su bolsillo para ver la hora en su móvil, sin embargo quedaba poco más de una hora todavía. Miró de reojo la puerta y finalmente se decidió por echar el cerrojo y sacar el violín para practicar un poco, cosa que nunca hacía por vergüenza a ser oída, pero esta vez era diferente, estaba sola y además estaba frustrada. Todo le salía bien estando así.
Los minutos se le fueron rápidos hasta que el sentimiento de que la estaban observando la invadió a tal punto que se vio obligada a mirar hacía la ventana, donde un chico de ojos de color la miraba frunciendo el ceño, sacando la voz a todo pulmón apenas quitó el cerrojo de la puerta.
- ¡Maldita usurpadora!, ¡Esta es mi sala!, ¡MI SALA!, ¡YO ensayo aquí!
- Sí, sí, yo me alegro también de verte.
Por supuesto no iba a seguir tocando con él ahí, por lo que guardó el instrumento en lo que el chico se acomodaba y comenzaban a charlar entre risas y melodías, hasta que la puerta se volvió a abrir, y ella sabiendo de quien se trataba intentó tardar un poco en mirar, tomando un poco de aire antes de voltearse.
- ¿Hola, querido? -Pronunció modulando lo más que pudo mientras se ponía de pie para ir a abrazarle.
- Hola, señorita, ¿Cómo está? -Contestó de igual forma, correspondiendo el abrazo aún cuando traía las manos ocupadas.
- ¿Puedes dejar las cosas sobre la mesa? Tengo un pequeño problema y necesito hablar contigo.
- Ah... ya, espera. -Contestó algo desconcertado, en lo que dejaba las cosas sobre una mesa, e intercambiaba un par de palabras con él otro chico antes de voltearse hacia ella.
Apenas se volteó, se le acercó levemente, "Salgamos", susurró, mientras tomaba una de sus manos y le llevaba afuera
- ¿Qué pasa?
- Es que... -Intentó mirar al suelo, evitando su mirada para reunir valor, ni las piedras en el suelo, ni alguno de los árboles logró darle siquiera una pizca de lo que buscaba, haciendo que finalmente le mirara haciendo un puchero y se le abrazara.-
- ¿E-estás bien? -Preguntó algo desconcertado.-
- No... no lo estoy. No puedo. Te juro que trato y no puedo. -Logró apenas sacar la voz en susurro, pues de otra manera no podía siquiera modular.
- ¿Pero qué onda?, ¿Pasó algo?
- Sí, tú. O yo, no lo sé... perdona que siga con esto, yo sé que lo hablamos, pero aunque ya no pueda llorar... o que quizás no me duela tanto, aunque me haga la tonta no dejo de preguntarme...
- ¿De preguntarte qué?
- El por qué... por qué llorabas, por qué tomaste mi mano, por qué dijiste que te arrepentías si no era así... ¿Tú de verdad estás bien con todo esto? ¿De verdad es para mejor?
- Oye, yo... Me dejas marcando ocupado, no tenía planeado hablar de esto hoy.
- Ni yo... pero ya ves... nunca sabes qué va a pasar. -Dijo al fin sacando la voz. Tragó en seco y se separó levemente para verle a los ojos con el dolor de su alma, y agradeciendo que ya las lágrimas simplemente no le salían por más que tuviera ganas.- No sabes cuánto me gustaría saber que es lo que de verdad piensas o sientes... en ese momento y ahora... aunque quizás ahora sea más tarde que entonces... harto más tarde.
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