Bajé el ritmo de mi caminar, y mis pies me llevaron directamente a esa banca amarilla, por inercia me dejé caer, no sé si por el cansancio o por otra cosa, subí los pies a la banca y me abracé a mis piernas mirando la laguna... de todas maneras extrañé el viento, a pesar de que siempre lo he odiado, lo extrañé.
Mientras estuve ahí fue como reproducir una escena a mi lado, y simplemente sonreí. Qué graciosa debí haberme visto en ese entonces, y sin embargo pareció no importar a esos brazos que me rodearon diciendo un par de cosas que gustaba de mi. Apoyé el mentón sobre mis rodillas y suspiré. Preferí no hacerme preguntas, pues ya llevaba muchos días ahogándome en ellas, de todas maneras aún faltaba para siquiera tener la oportunidad de tener las respuestas, simplemente me dediqué a sonreír repasando uno que otro diálogo... Tan bien tenía y tengo grabados los tonos de voz, los suspiros, las risas, las miradas.
Oculté un poco más mi sonrisa y me reí bajito. Creo que aún sigue siendo increíble. Casi como un sueño.
Luego sólo me dediqué a sentir la muy, muy leve brisa que soplaba, mientras mi mirada se perdía en el movimiento casi nulo que mecía la hierba, al menos hasta que sonó el móvil y decidí irme. Me paré un segundo más junto a la banca, y me pareció vernos de la mano tomar otra dirección, mientras yo volteaba mi rostro y con las manos en los bolsillos volvía a casa.
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Sí me quedo en estos pensamientos me siento tan tranquila y feliz... quizás debería dejar de hacerme tantas preguntas y dejar las cosas ser. El ayer fue bonito, el ahora tengo que hacerlo, y el mañana no lo sé, por lo mismo no puedo atormentarme con ello... sólo sirve para hacerse daño el pensar más allá cuando son cosas tan delicadas.
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