Ciclos, ciclos... se abren, se cierran, se repiten... en alguno volverás a estar y nos encontraremos.

lunes, 24 de septiembre de 2012

La banca amarilla

Caminaba de vuelta a casa, había sido un día largo y ya me dolían demasiado los pies como para pensar más allá de tirarme en la cama y caer muerta hasta que recobrara los sentidos, lo más probable, a la hora de la cena y con un jalón de pies intercediendo por la dulce voz de mi madre. Sin embargo, tras pasar el puente era inevitable pasar por ese lugar... de lejos no era muy agradable a la vista, pero primero que todo estaba en mi ruta obligada a casa, y segundo... ¿Cómo poder retirar la mirada de ese lugar?

Bajé el ritmo de mi caminar, y mis pies me llevaron directamente a esa banca amarilla, por inercia me dejé caer, no sé si por el cansancio o por otra cosa, subí los pies a la banca y me abracé a mis piernas mirando la laguna... de todas maneras extrañé el viento, a pesar de que siempre lo he odiado, lo extrañé.

Mientras estuve ahí fue como reproducir una escena a mi lado, y simplemente sonreí. Qué graciosa debí haberme visto en ese entonces, y sin embargo pareció no importar a esos brazos que me rodearon diciendo un par de cosas que gustaba de mi. Apoyé el mentón sobre mis rodillas y suspiré. Preferí no hacerme preguntas, pues ya llevaba muchos días ahogándome en ellas, de todas maneras aún faltaba para siquiera tener la oportunidad de tener las respuestas, simplemente me dediqué a sonreír repasando uno que otro diálogo... Tan bien tenía y tengo grabados los tonos de voz, los suspiros, las risas, las miradas.

Oculté un poco más mi sonrisa y me reí bajito. Creo que aún sigue siendo increíble. Casi como un sueño.

Luego sólo me dediqué a sentir la muy, muy leve brisa que soplaba, mientras mi mirada se perdía en el movimiento casi nulo que mecía la hierba, al menos hasta que sonó el móvil y decidí irme. Me paré un segundo más junto a la banca, y me pareció vernos de la mano tomar otra dirección, mientras yo volteaba mi rostro y con las manos en los bolsillos volvía a casa.


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Sí me quedo en estos pensamientos me siento tan tranquila y feliz... quizás debería dejar de hacerme tantas preguntas y dejar las cosas ser. El ayer fue bonito, el ahora tengo que hacerlo, y el mañana no lo sé, por lo mismo no puedo atormentarme con ello... sólo sirve para hacerse daño el pensar más allá cuando son cosas tan delicadas.

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